martes, agosto 21, 2007

La pirueta de los nabos.. de Fray María Rafael

La pirueta de los nabos12 de diciembre de 1936 - Sábado - 25 añosMi cuaderno - San Isidro
772. Las tres de la tarde de un día lluvioso del mes de diciembre. Es lahora del trabajo, y como es sábado y hace mucho frío, no se sale al campo.Vamos a trabajar a un almacén donde se limpian las lentejas, se pelanpatatas, se trituran las berzas, etc... Le llamamos el "laboratorio" (1). En él hay una mesa larga, y unos bancos, una ventana y encima un crucifijo.El día está triste. Unas nubes muy feas, un viento "si es no es" fuerte,algunas gotas de agua que caen como de mala gana y que lamen los cristalesy, dominándolo todo, un frío digno del país y de la época.Lo cierto es que, aparte del frío, que lo noto en mis helados pies yrefrigeradas manos, todo esto se puede decir que casi me lo imagino, puesapenas he mirado a la ventana. La tarde que hoy padezco es turbia y turbiome parece todo. Algo me abruma el silencio, y parece que unos diablillos,están empeñados en hacerme rabiar, con una cosa que yo llamo recuerdos...Paciencia y esperar.

773. En mis manos han puesto una navaja y delante de mí un cesto con unaespecie de zanahorias blancas muy grandes y que resultan ser nabos. Yo nuncalos había visto al natural, tan grandes... y tan fríos... ¡Qué le vamos ahacer!, no hay más remedio que pelarlos.El tiempo pasa lento y mi navaja también, entre la corteza y la carne de losnabos que estoy lindamente dejando pelados.Los diablillos me siguen dando guerra. ¡¡Qué haya yo dejado mi casa paravenir aquí con este frío a mondar estos bichos tan feos!! Verdaderamente esalgo ridículo esto de pelar nabos con esa seriedad de magistrado de luto.Un demonio pequeñito, y muy sutil, se me escurre muy adentro y de suavesmaneras me recuerda mi casa, mis padres y hermanos, mi libertad, que hedejado para encerrarme aquí entre lentejas, patatas, berzas y nabos.El día está triste... No miro a la ventana, pero lo adivino. Mis manos estáncoloradas, coloradas como los diablillos; mis pies ateridos... ¿Y el alma?Señor, quizá el alma sufriendo un poquillo... Más no importa,...Refugiémonos en el silencio.

774. Transcurría el tiempo, con mis pensamientos, los nabos y el frío,cuando de repente y veloz como el viento, una luz potente penetra en mialma... Una luz divina, cosa de un momento... Alguien que me dice que ¡quéestoy haciendo! ¿Que qué estoy haciendo? ¡Virgen Santa!... ¡Qué pregunta!Pelar nabos..., ¡Pelar nabos!... ¿Para qué? ... Y el corazón dando un brincocontesta medio alocado: pelo nabos por amor..., por amor a Jesucristo.Ya, nada puedo decir que claramente se puede entender, pero sí diré que alláadentro, muy adentro del alma, una paz muy grande, vino en lugar de laturbación que antes tenía; sólo sé decir que el sólo pensar que en el mundose pueden hacer de las más pequeñas acciones de la vida, actos de amor deDios..., que el cerrar o abrir un ojo hecho en su nombre nos puede hacerganar el cielo... Que el pelar unos nabos por verdadero amor a Dios, lepuede a El dar tanta gloria y a nosotros tantos méritos, como la conquistade las Indias. El pensar que por sólo su misericordia tengo la enorme suertede padecer algo por El..., es algo que llena de tal modo el alma de alegría,que si en aquellos momentos me hubiera dejado llevar de mis impulsosinteriores, hubiera comenzado a tirar nabos a diestro y siniestro, tratandode hacer comunicar a las pobres raíces de la tierra, la alegría delcorazón... Hubiera hecho verdaderas filigranas malabares con los nabos, lanavaja y el mandil.Me reía a "moco tendido" (quizá por el frío) de los diablillos rojos, queasustados de mi cambio, se escondían entre los sacos de garbanzos y en uncesto de repollos que allí había.

775. ¿De qué me puedo quejar? ¿Por qué entristecerse de lo que es sólomotivo de alegría? ¿A qué más puede aspirar un alma, que a sufrir un pocopor un Dios crucificado?Nada somos y nada valemos; tan pronto nos ahogamos en la tentación comovolamos consolados al más pequeño toque del amor divino.Cuando comenzó el trabajo, nubes de tristeza cubrían el cielo. El almasufría de verse en la cruz; todo la pesaba: la Regla..., el trabajo, elsilencio, la falta de luz de un día tan triste, tan gris y tan frío. Elviento, soplando entre los cristales, la lluvia y el barro..., la falta desol. El mundo tan lejos..., tan lejos..., y yo mientras tanto, pelando misnabos sin pensar en Dios.Pero todo pasa, incluso la tentación... Ha pasado el tiempo, ya llegó eldescanso, ya se hizo la luz, ya no me importa si el día está frío, si haynubes, si hay viento, si hay sol. Lo que me interesa es pelar mis nabos,tranquilo, feliz y contento, mirando a la Virgen, bendiciendo a Dios

776. Qué importa el pesar de un momento, el sufrir un instante... Lo que sédecir es que no hay dolor que no tenga compensación en ésta o en la otravida, y que en realidad para ganar el cielo se nos pide muy poco. Aquí enuna Trapa, quizá sea más fácil que en el mundo, pero no es por el género devida éste o aquél, pues en el mundo se tienen los mismos medios de ofreceralgo a Dios. Lo que pasa es que el mundo distrae y se desperdicia mucho. Elhombre es el mismo aquí que allí; su capacidad para sufrir y para amar es lamisma; adonde quiera que vaya llevará cruz (2).Sepamos aprovechar el tiempo... Sepamos amar esa bendita cruz que el Señorpone en nuestro camino, sea cual sea, fuere como fuere.

777. Aprovechemos esas cosas pequeñas de la vida diaria, de la vidavulgar... No hace falta para ser grandes santos grandes cosas, basta elhacer grandes las cosas pequeñas.En el mundo se desaprovecha mucho, pero es que el mundo distrae... Tantovale en el mundo el amar a Dios en el hablar, como en la Trapa en elsilencio; la cuestión es hacer algo por El..., acordarse de El... El sitio,el lugar, la ocupación, es indiferente.Dios me puede hacer tan santo pelando patatas que gobernando un imperio.

778. Qué pena que el mundo esté tan distraído..., porque he visto que loshombres no son malos..., y que todos sufren, pero no saben sufrir...Si por encima de la frivolidad, si por encima de esa capa de falsa alegríacon que el mundo oculta sus lágrimas, si por encima de la ignorancia de loque es Dios, elevaran un poco los ojos a lo alto..., seguramente lesocurriría lo que al fraile de los nabos..., muchas lágrimas se enjugarían,muchas penas se endulzarían y muchas cruces se amarían para poder ofrecerlasa Cristo.

779. Cuando terminó el trabajo, y en la oración me puse a los pies de Jesúsmuerto..., allí a sus plantas deposité un cesto de nabos peladitos ylimpios... No tenía otra cosa que ofrecerle, pero a Dios le basta cualquiercosa ofrecida con el corazón entero, sean nabos, sean Imperios.
780. La próxima vez que vuelva a pelar raíces, sean las que sean, aunqueestén frías y heladas, le pido a María no permita se me acerquen diablillosrojos a hacerme rabiar. En cambio, la pido me envíe a los ángeles del cielo,para que yo pelando y ellos, llevando en sus manos el producto de mitrabajo, vayan poniendo a los pies de la Virgen María rojas zanahorias; alos pies de Jesús, blancos nabos, y patatas y cebollas, coles y lechugas...En fin, si vivo muchos años en la Trapa voy a hacer del cielo una especie demercado de hortalizas, y cuando el Señor me llame y me diga basta depelar..., suelta la navaja y el mandil y ven a gozar de lo que has hecho...,cuando me vea en el cielo entre Dios y los Santos, y tanta legumbre...,Señor Jesús mío, no podré por menos de echarme a reír.

(1) Laboratorio: "Estará en cuanto sea posible, al lado de la cocina; en élse preparan las legumbres para las comidas. Habrá mucha limpieza y seobservará silencio, no hablando más que lo tocante al trabajo. Loshospederos no introducirán seglar alguno, mientras estén los religiosos."
(Libro de USOS, cap. VIII, n.° 304).

(2) "Imitación de Cristo", Libro II, cap. 12.

No hay comentarios.: