viernes, diciembre 19, 2008


«Mirad hecho hombre al Creador del hombre para que mamase leche el que gobierna el mundo sideral, para que tuviese hambre el pan, para que tuviera sed la fuente, y durmiese la luz, y el camino se fatigase en el viaje, y la Verdad fuese acusada por falsos testigos, y el juez de vivos y muertos fuera juzgado por juez mortal, y la justicia, condenada por los injustos, y la disciplina fuera azotada con látigos, y el racimo de uvas fuera coronado de espinas, y el cimiento, colgado en el madero; la virtud se enflaqueciera, la salud fuera herida, y muriese la misma vida»

San Agustín (Sermo 191,1: PL 38,1010).

martes, diciembre 02, 2008


Haga yo Tu Voluntad

Mateo 6

9 Ustedes deben orar así:
‘Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra,
así como se hace en el cielo.
11 Danos hoy el pan que necesitamos.
12 Perdónanos el mal que hemos hecho,
así como nosotros hemos perdonado
a los que nos han hecho mal.
13 No nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno.’

En el Evangelio de Mateo, Jesús nos enseña a orar con una sencilla oración, el Padre Nuestro. Mucho es lo escrito sobre esta oración que, para ser perfecta, requerirá el compromiso del orante. La oración en sí, sin el hombre, no será oración, para serlo es necesario que el hombre se comprometa con ella y con la letra con que Jesús nos sugiere que nos dirijamos a su Padre, nuestro Padre.
Es importante ver que cuando Jesús dice Padre nuestro, lo dice por El junto con nosotros, no dice ni mío ni vuestro sino nuestro, en igualdad de condiciones.
Si el Padre está en el cielo no es porque el cielo sea un lugar que contiene a Dios, sinó que donde Dios está es el cielo.

En este marco, comprometiéndome con lo que proclamo, entiendo que en al versículo diez tengo que ser yo quién reciba al Reino y yo también quién haga la Voluntad del Padre, diría entonces: “que reciba yo tu reino en mi interior y que haga yo Tu Voluntad en ésta vida terrena como se hace en el Cielo donde aquellos que están en tu presencia solo desean cumplirla."
Lo que estoy pidiendo al Señor aquí es estarme en Su presencia, recibiendo el Reino y contemplándolo por medio de la Fe para que al igual que en el Cielo solo desee hacer su voluntad.
De éste modo estamos pidiéndole vivir el Cielo en la tierra como lo hacía Sor Isabel de la Trinidad, que no es otra cosa que habitar donde habita Dios, en nuestro interior donde estamos es su presencia y solo deseamos hacer Su Voluntad como es en el cielo y porque al estar habitado por Dios es cielo también.


Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Ap. 3:20

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