lunes, octubre 15, 2007

VUESTRA SOY

Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía,
Dios, alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad
Que hoy os canta amor ansí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes;
Vuestra, pues me redimistes;
Vuestra, pues que me sufristes;
Vuestra, pues que me llamastes;
Vuestra, pues me conservastes;
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Que mandáis, pues, buen Señor,
Que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le havéis dado
A este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención,
Pues por vuestra me ofrecí
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz cumplida,
Flaqueza o fuerza a mi vida,
Que a todo digo que sí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
Dadme consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
Si no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría,
O por amor ignorancia.
Dadme años de abundancia
O de hambre y carestía,
Dad tiniebla o claro día,
Revolvedme aquí o allí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que este holgando,
Quiero por amor holgar,
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, dónde, cómo y cuándo.
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa,
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea viña fructuosa
O estéril, si cumple ansí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea Josef puesto en cadenas
O de Egipto Adelantado,
O David sufriendo penas,
O ya David encumbrado.
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,
Haga fruto o no le haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando,
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?

SANTA TERESA DE JESUS

martes, septiembre 11, 2007

Las Iglesias divididas, corresponsables de la secularización de Europa
Dijo el cardenal Kasper en la III Asamblea Ecuménica del viejo continente
SIBIU, domingo, 9 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Las divisiones entre católicos, ortodoxos y evangélicos «son corresponsables de las divisiones en Europa y de la secularización de este continente», afirma el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.En su intervención ante la asamblea, clausurada este domingo próximo, al purpurado alemán trazó un breve balance de los avances en el camino ecuménico y de sus repercusiones en el proceso de unificación en el viejo continente.Según el cardenal Kasper, las Iglesias, aún moviéndose sobre un sólido terreno común, custodian la fe en Jesucristo como un «tesoro en vasijas de barro».«A causa de nuestras divisiones hemos obscurecido la luz de Jesucristo a muchas personas y hemos hecho que la realidad de Jesucristo no fuera creíble», dijo.«Nuestras divisiones --y la historia es testigo-- son corresponsables de las divisiones en Europa y de la secularización de este continente», añadió.«Nuestras divisiones, además, son corresponsables de las dudas que muchos tienen respecto a la Iglesia y de que cuestionen su existencia. Frente a tal situación, en la que se encuentran nuestras Iglesias, no podemos quedarnos tranquilos; no podemos seguir adelante como si no hubiera pasado nada».El purpurado aludió a las reacciones al reciente documento vaticano, publicado el 10 de julio pasado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y titulado «Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la Doctrina sobre la Iglesia» (o más brevemente conocido como «Responsa»), en el que se precisa «el significado auténtico de expresiones eclesiológicas magisteriales que, en el debate teológico, corren el riesgo de ser mal comprendidas».En este sentido, el purpurado afirmó: «Sé que muchos, en especial muchos hermanos y hermanas evangélicos, se han sentido heridos por ello. Esto no deja indiferente ni siquiera a mí y representa un peso también para mí». «Porque el sufrimiento y el dolor de mis amigos es también mi dolor. No era nuestra intención herir o minusvalorar a nadie», admitió. «Queríamos dar testimonio de la Verdad, lo que esperamos también de las otras Iglesias, como seguramente hacen», subrayó.A pesar de esto, siguió diciendo el purpurado, en el documento se subraya que «Jesucristo está presente con su poder salvífico también en las Iglesias y en las comunidades eclesiales separadas de nosotros».«Las divergencias no se refieren por tanto al ser cristiano, y ni siquiera a la cuestión de la salvación; las diferencias tienen que ver con la cuestión de la concreta mediación salvífica, así como con la forma visible de la Iglesia», explicó. Sin embargo el «verdadero nudo gordiano» que hay que deshacer se refiere a la comprensión de la Iglesia y de la Eucaristía y la «terapia» puede tener lugar sólo a través de «la purificación de la memoria», dijo, recordando la famosa expresión usada por Juan Pablo II.«Ningún progreso ecuménico será posible sin conversión y penitencia. De ello debe brotar la disponibilidad a la renovación y a la reforma, que es necesaria en toda Iglesia y que pide a cada Iglesia empezar por sí misma», dijo.El purpurado afirmó que «el método de las convergencias», adoptado hasta ahora en el diálogo ecuménico se ha revelado fructífero en muchas cuestiones, como lo demuestra la firma de la Declaración Conjunta de la Iglesia Católica y de la Federación Luterana Mundial sobre la Doctrina de la Justificación (Augusta , 31 octubre 1999). Ahora bien, reconoció, mientras tanto «este método se ha agotado evidentemente».En este momento de estancamiento del ecumenismo el purpurado hizo un llamamiento a «dar testimonio los unos a los otros de nuestras respectivas posturas, de modo honesto y atrayente», evitando tonos polémicos y mediante un enriquecimiento mutuo.En este sentido, el purpurado subrayó algunos ámbitos específicos en los que las diversas confesiones cristianas han podido beneficiarse como la profundización de la Sagrada Escritura, la renovada atención a las formas litúrgicas, y la mayor sensibilidad por el sentido de lo sagrado y el arte sacro.Sin embargo, subrayó, la unidad «no puede ser obra nuestra. Es un don del Espíritu de Dios; Sólo él puede reconciliar los corazones. Este Espíritu de unidad es el que demos pedir en la oración».Más tarde, el cardenal relacionó la cuestión de la unidad visible y plena de todos los cristianos con el destino de Europa.Lamentablemente, «hoy Europa corre no tanto el riesgo de traicionar los propios ideales cuanto de olvidarlos de modo banal».«El peligro principal no está representado tanto por la oposición atea cuanto más bien por el olvido de Dios, que sencillamente pasa por encima de los preceptos de Dios, por la indiferencia, por la superficialidad, por el individualismo y por la falta de disponibilidad a comprometerse en favor del bien común y a saber sacrificarse por este fin», añadió.«La nueva evangelización es nuestra tarea. Se necesita el verdadero pan de la fe convencida y vivida. Europa no puede ser sólo una unidad económica y política; Europa necesita, si quiere tener futuro, una visión común y un sistema común de valores fundamentales».«Europa, y esto significa nosotros, los cristianos de Europa, tenemos que despertar de una vez; Europa debe alinearse con lo que le es propio, con su historia y sus valores que un tiempo le dieron grandeza y que pueden garantizarle un porvenir nuevo», subrayó.«Esta es nuestra misión común», concluyó.

miércoles, agosto 29, 2007

Medios manipulan "desierto espiritual" de la Beata Teresa de Calcuta
Beata Teresa de Calcuta


MADRID, 26 Ago. 07 / 05:02 pm (ACI).- Titulares como "¿Perdió la fe la Madre Teresa?" o "La Madre Teresa de Calcuta no creía en Dios" ocuparon en las últimas horas las primeras planas de medios de comunicación de amplia audiencia para "informar" sobre la existencia de unas cartas escritas por la beata en las que narra la dolorosa experiencia de desierto espiritual que sufrió por largos años.
La agencia Associated Press, la revista Time Magazine y la radio socialista española Cadena Ser, entre otros medios, han abordado con sensacionalismo el próximo lanzamiento del libro "El Secreto de la Madre Teresa", escrito por el corresponsal de la CBS Mark Phillips, que se basa en las cartas que la religiosa envió a su confesor y algunos amigos relatando su dolor espiritual.
Aunque los medios se esfuerzan por presentar estos escritos como "prueba" de que la beata realmente no creía en Dios y hasta se sentía hipócrita ante la gente, lo cierto es que el "desierto espiritual" de la Madre Teresa no fue un secreto para la Iglesia.
La religiosa pidió que tras su muerte en 1997, se quemaran estas misivas, pero las cartas fueron conservadas por el sacerdote Brian Kolodiejchuk, postulador de su causa de beatificación. Para el P. Kolodiejchuk , estas cartas ayudan a probar la santidad de la religiosa porque permite tener un "nuevo entendimiento, esta nueva ventana a su vida interior, que a mi parecer es el más heroico posible".
Entre los extractos de las misivas recogidos por la prensa, se citan párrafos como: "Siento que Dios no me quiere, que Dios no es Dios, y que él verdaderamente no existe". En uno de 1958 se lee: "mi sonrisa es una gran capa que esconde una multitud de penas".
En otra carta afirma que "en mi propia alma, siento un dolor terrible por esta pérdida. Siento que Dios no me quiere, que Dios no es Dios, y que él verdaderamente no existe".
En el año 2002, cuando se anunció la beatificación de la religiosa, el Padre Kolodiejchuk ofreció una entrevista a la agencia Zenit en la que relató esta fase en la vida de la Madre Teresa.
"Antes de la inspiración de su obra, ya había tenido una experiencia de oscuridad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta ‘noche’, este sufrimiento interior, es fruto de su unión con Cristo, como sucedió con santa Teresa de Jesús, o Pablo de la Cruz. Por un lado se da la unión con Jesús y el amor une. Y al unirse a Cristo, comprendió el sufrimiento de Jesús cuando en la Cruz gritó: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’", señaló.
Según explicó el sacerdote, "esta ‘noche’, este sufrimiento, es provocado también por el apostolado, el amor a los demás. Amando a Cristo, comprende también el sufrimiento de los demás, su soledad, y también su alejamiento de Dios".
"La ‘noche obscura’ de la Madre Teresa se debió, por tanto, a la doble dimensión que vive el amor de los religiosos: en primer lugar, la ‘esponsal’, su amor a Cristo, que le lleva a unirse a sus sufrimientos, y, en segundo lugar, el amor ‘redentor’, que lleva a compartir la redención, a anunciar a los demás el amor de Dios para que descubran la salvación a través de la oración y el sacrificio", agregó.
Según el presbítero, "más que una prueba de fe, era una prueba de amor. Más que sufrir por la experiencia de no sentir el amor de Jesús, sufría a causa de su deseo de Jesús, su sed de Jesús, su sed amor. La meta la de la Congregación es precisamente saciar la sed de Jesús en la cruz a través de nuestro amor a él y nuestra entrega a las almas".
"La Madre compartía no sólo la pobreza física y material de los pobres, sentía la sed, el abandono que experimentan las personas. De hecho, la pobreza más grande es no ser amado, ser rechazado", indicó.

jueves, agosto 23, 2007

Argentina necesita catequistas que rompan esquemas, sostiene Card. Bergoglio

BUENOS AIRES, 23 Ago. 07 (ACI).-El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Bergoglio, pidió a los catequistas bonaerenses romper sus esquemas, no ceder a la tentación de reducir su campo de acción a lo intraeclesial y "recomenzar desde Cristo" su tarea evangelizadora.
A través de una carta, el Purpurado reconoció las "enormes dificultades que presenta la tarea" de evangelizar en "tiempos de cambios", y recordó a los catequistas que "solo poniendo la mirada en el Señor podremos cumplir su misión y adoptar sus actitudes".
Para el Purpurado, "uno de los aportes más lúcidos de la reciente Asamblea de Aparecida ha sido tomar conciencia de que quizás el peligro mayor de la Iglesia no haya que buscarlo afuera sino dentro mismo de sus hijos; en la eterna y sutil tentación del abroquelamiento y encierro para estar protegidos y seguros".
Según el Cardenal Bergoglio, el desafío primero de los catequistas hoy es centrarse en Cristo para recomenzar en él evitando la tentación de "creer que su ámbito de acción se reduce a lo intraeclesial, y los lleve a estar demasiado en torno al templo y al atrio".
"Cuando nuestras palabras, nuestro horizonte, tienen la perspectiva del encierro y del pequeño mundo, no ha de asombrarnos que nuestra catequesis pierda la fuerza del Kerigma y se trasforme en enseñanza insípida de doctrina, en transmisión frustrante de normas morales, en experiencia agotadora de estar sembrando inútilmente", advirtió.
El Purpurado recordó que "recomenzar desde Cristo es concretamente imitar al Maestro Bueno, al único que tiene Palabra de Vida Eterna y salir una y mil veces a los caminos, en busca de la persona en sus más diversas situaciones".
Asimismo, señaló que este "recomenzar desde Cristo", implica "cuidar la oración en medio de una cultura agresivamente pagana, para que el alma no se arrugue, el corazón no pierda su calor y la acción no se deje invadir por la pusilanimidad".
"En la vida de todo cristiano de todo discípulo, de todo catequista, no falta la experiencia del desierto, de la purificación interior, de la noche oscura, de la obediencia de la fe, como la que vivió nuestro padre Abraham. Pero ahí también está la raíz del discipulado. Los cansancios del camino no pueden acobardar y detener nuestros pasos porque equivaldría a paralizar la vida", agregó.
El Cardenal Bergoglio invitó a los catequistas a "dejarse desinstalar para no aferrarse a lo ya adquirido, a lo seguro, a lo de siempre" y "supone no tenerle miedo a la periferia", "salir de sus esquemas" pero mantener "en todo momento la experiencia de que Él es nuestro único pastor, nuestro único centro".
Tras agradecer la entrega de los catequistas, el Purpurado insistió en pedirles dejar "la cueva, abre puertas, anímate a transitar caminos nuevos. La fidelidad no es repetición. Buenos Aires necesita que no dejes de pedir al Señor la creatividad y audacia para atravesar murallas y esquemas que posibiliten, como en aquella gesta de Pablo y Bernabé, la alegría de muchos hermanos".

miércoles, agosto 22, 2007

Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein (1891-1942)

www.cipecar.org

Mujer alemana, judía, filósofa, escritora, convertida al catolicismo, vivió nueve años en el Carmelo y murió mártir en las cámaras de gas en Auschwitz. La búsqueda apasionada de la verdad la llevó al encuentro pleno con Jesucristo y a entregar la vida en holocausto por su pueblo. La Luz que en Cristo Jesús encontró iluminó los grandes interrogantes que la herían por dentro: la estructura del ser humano, el destino de la historia, y la sed de felicidad y paz que anhelan todo hombre y toda mujer.

Al entrar en contacto con esta mujer de nuestro tiempo, se despierta en nosotros una nueva lectura de la historia: nada acontece por casualidad. Todo está en las manos de Dios. En estas manos del Padre nos podemos abandonar, con la confianza cierta de estar bien cuidados. En una carta nos dejó este pensamiento: “Y para lo que venga, hoy no se puede preparar una. Así que llevamos tranquilamente nuestra vida, y dejamos el futuro a Aquel que únicamente conoce la respuesta”.

Edith Stein, muy amiga de Dios, con frecuencia se metía en su corazón se retiraba a lugares solitarios para conocer su voluntad y buscar caminos de salvación para su pueblo. En uno de sus escritos que lleva por título “Los caminos del silencio interior” nos dejó su testimonio de cómo comenzar el día siendo felices. Nos invita a conocer nuestra propia interioridad para abrirnos a la gracia y aceptar con disponibilidad la voluntad de Dios en cada amanecer.

Dice así:

“Lo que nosotros podemos y tenemos que hacer es: abrirnos a la gracia. Esto significa renunciar totalmente a nuestra propia voluntad, para entregarnos totalmente a la voluntad divina, poniendo nuestra alma, dispuesta a recibirle y dejarse modelar por El, en las manos de Dios. Este es el contexto primario que nos permite vaciarnos de nosotros mismos y alcanzar un estado de paz interior.

Nuestra interioridad se ve colmada por propia naturaleza de muy diversas maneras hasta tal punto, que una cosa empuja a la otra y todas ellas mantienen el alma en un movimiento constante; a menudo incluso en conflicto y perturbación. Las obligaciones y preocupaciones del día se acumulan en nuestro entorno en el momento mismo de despertarnos por la mañana, si es que no interrumpieron ya la tranquilidad de la noche. En ese momento se plantean ya cuestiones tan incómodas como estas: ¿Cómo puedo sobrellevar tantas cosas en un solo día? ¿Cuándo podré hacer esto o aquello? ¿Cómo puedo solucionar tal o cual problema? Parece que quisiéramos lanzarnos agitadamente o precipitarnos sobre los acontecimientos del día, para poder tomar las riendas en las manos y decir: ¡Hecho!

Pero realmente importante es no dejarse turbar en ese momento: Mi primera hora en la mañana le pertenece al Señor. Hoy quiero ocuparme de las obras que el Señor quiere encomendarme y El me dará la fuerza para realizarlas. De esa manera quiero subir al altar del Señor. Aquí no está en juego mi propia persona o mis cuestiones personales, pequeñas y sin importancia, aquí se trata de la gran ofrenda expiatoria. Yo puedo participar de ella para purificarme y llenarme de alegría y para ofrecerme en el altar con todas mis obras y mis sufrimientos. Y cuando recibo luego al Señor en la comunión puedo preguntarle: Señor ¿qué quieres de mí? En ese momento me decido a realizar aquello que, después de un diálogo silencioso con Dios, considero que es mi próxima empresa.

Una profunda paz inundará mi corazón, y mi alma se vaciará de todo aquello que pretendía perturbarla y sobrecargarla”.

martes, agosto 21, 2007

La pirueta de los nabos.. de Fray María Rafael

La pirueta de los nabos12 de diciembre de 1936 - Sábado - 25 añosMi cuaderno - San Isidro
772. Las tres de la tarde de un día lluvioso del mes de diciembre. Es lahora del trabajo, y como es sábado y hace mucho frío, no se sale al campo.Vamos a trabajar a un almacén donde se limpian las lentejas, se pelanpatatas, se trituran las berzas, etc... Le llamamos el "laboratorio" (1). En él hay una mesa larga, y unos bancos, una ventana y encima un crucifijo.El día está triste. Unas nubes muy feas, un viento "si es no es" fuerte,algunas gotas de agua que caen como de mala gana y que lamen los cristalesy, dominándolo todo, un frío digno del país y de la época.Lo cierto es que, aparte del frío, que lo noto en mis helados pies yrefrigeradas manos, todo esto se puede decir que casi me lo imagino, puesapenas he mirado a la ventana. La tarde que hoy padezco es turbia y turbiome parece todo. Algo me abruma el silencio, y parece que unos diablillos,están empeñados en hacerme rabiar, con una cosa que yo llamo recuerdos...Paciencia y esperar.

773. En mis manos han puesto una navaja y delante de mí un cesto con unaespecie de zanahorias blancas muy grandes y que resultan ser nabos. Yo nuncalos había visto al natural, tan grandes... y tan fríos... ¡Qué le vamos ahacer!, no hay más remedio que pelarlos.El tiempo pasa lento y mi navaja también, entre la corteza y la carne de losnabos que estoy lindamente dejando pelados.Los diablillos me siguen dando guerra. ¡¡Qué haya yo dejado mi casa paravenir aquí con este frío a mondar estos bichos tan feos!! Verdaderamente esalgo ridículo esto de pelar nabos con esa seriedad de magistrado de luto.Un demonio pequeñito, y muy sutil, se me escurre muy adentro y de suavesmaneras me recuerda mi casa, mis padres y hermanos, mi libertad, que hedejado para encerrarme aquí entre lentejas, patatas, berzas y nabos.El día está triste... No miro a la ventana, pero lo adivino. Mis manos estáncoloradas, coloradas como los diablillos; mis pies ateridos... ¿Y el alma?Señor, quizá el alma sufriendo un poquillo... Más no importa,...Refugiémonos en el silencio.

774. Transcurría el tiempo, con mis pensamientos, los nabos y el frío,cuando de repente y veloz como el viento, una luz potente penetra en mialma... Una luz divina, cosa de un momento... Alguien que me dice que ¡quéestoy haciendo! ¿Que qué estoy haciendo? ¡Virgen Santa!... ¡Qué pregunta!Pelar nabos..., ¡Pelar nabos!... ¿Para qué? ... Y el corazón dando un brincocontesta medio alocado: pelo nabos por amor..., por amor a Jesucristo.Ya, nada puedo decir que claramente se puede entender, pero sí diré que alláadentro, muy adentro del alma, una paz muy grande, vino en lugar de laturbación que antes tenía; sólo sé decir que el sólo pensar que en el mundose pueden hacer de las más pequeñas acciones de la vida, actos de amor deDios..., que el cerrar o abrir un ojo hecho en su nombre nos puede hacerganar el cielo... Que el pelar unos nabos por verdadero amor a Dios, lepuede a El dar tanta gloria y a nosotros tantos méritos, como la conquistade las Indias. El pensar que por sólo su misericordia tengo la enorme suertede padecer algo por El..., es algo que llena de tal modo el alma de alegría,que si en aquellos momentos me hubiera dejado llevar de mis impulsosinteriores, hubiera comenzado a tirar nabos a diestro y siniestro, tratandode hacer comunicar a las pobres raíces de la tierra, la alegría delcorazón... Hubiera hecho verdaderas filigranas malabares con los nabos, lanavaja y el mandil.Me reía a "moco tendido" (quizá por el frío) de los diablillos rojos, queasustados de mi cambio, se escondían entre los sacos de garbanzos y en uncesto de repollos que allí había.

775. ¿De qué me puedo quejar? ¿Por qué entristecerse de lo que es sólomotivo de alegría? ¿A qué más puede aspirar un alma, que a sufrir un pocopor un Dios crucificado?Nada somos y nada valemos; tan pronto nos ahogamos en la tentación comovolamos consolados al más pequeño toque del amor divino.Cuando comenzó el trabajo, nubes de tristeza cubrían el cielo. El almasufría de verse en la cruz; todo la pesaba: la Regla..., el trabajo, elsilencio, la falta de luz de un día tan triste, tan gris y tan frío. Elviento, soplando entre los cristales, la lluvia y el barro..., la falta desol. El mundo tan lejos..., tan lejos..., y yo mientras tanto, pelando misnabos sin pensar en Dios.Pero todo pasa, incluso la tentación... Ha pasado el tiempo, ya llegó eldescanso, ya se hizo la luz, ya no me importa si el día está frío, si haynubes, si hay viento, si hay sol. Lo que me interesa es pelar mis nabos,tranquilo, feliz y contento, mirando a la Virgen, bendiciendo a Dios

776. Qué importa el pesar de un momento, el sufrir un instante... Lo que sédecir es que no hay dolor que no tenga compensación en ésta o en la otravida, y que en realidad para ganar el cielo se nos pide muy poco. Aquí enuna Trapa, quizá sea más fácil que en el mundo, pero no es por el género devida éste o aquél, pues en el mundo se tienen los mismos medios de ofreceralgo a Dios. Lo que pasa es que el mundo distrae y se desperdicia mucho. Elhombre es el mismo aquí que allí; su capacidad para sufrir y para amar es lamisma; adonde quiera que vaya llevará cruz (2).Sepamos aprovechar el tiempo... Sepamos amar esa bendita cruz que el Señorpone en nuestro camino, sea cual sea, fuere como fuere.

777. Aprovechemos esas cosas pequeñas de la vida diaria, de la vidavulgar... No hace falta para ser grandes santos grandes cosas, basta elhacer grandes las cosas pequeñas.En el mundo se desaprovecha mucho, pero es que el mundo distrae... Tantovale en el mundo el amar a Dios en el hablar, como en la Trapa en elsilencio; la cuestión es hacer algo por El..., acordarse de El... El sitio,el lugar, la ocupación, es indiferente.Dios me puede hacer tan santo pelando patatas que gobernando un imperio.

778. Qué pena que el mundo esté tan distraído..., porque he visto que loshombres no son malos..., y que todos sufren, pero no saben sufrir...Si por encima de la frivolidad, si por encima de esa capa de falsa alegríacon que el mundo oculta sus lágrimas, si por encima de la ignorancia de loque es Dios, elevaran un poco los ojos a lo alto..., seguramente lesocurriría lo que al fraile de los nabos..., muchas lágrimas se enjugarían,muchas penas se endulzarían y muchas cruces se amarían para poder ofrecerlasa Cristo.

779. Cuando terminó el trabajo, y en la oración me puse a los pies de Jesúsmuerto..., allí a sus plantas deposité un cesto de nabos peladitos ylimpios... No tenía otra cosa que ofrecerle, pero a Dios le basta cualquiercosa ofrecida con el corazón entero, sean nabos, sean Imperios.
780. La próxima vez que vuelva a pelar raíces, sean las que sean, aunqueestén frías y heladas, le pido a María no permita se me acerquen diablillosrojos a hacerme rabiar. En cambio, la pido me envíe a los ángeles del cielo,para que yo pelando y ellos, llevando en sus manos el producto de mitrabajo, vayan poniendo a los pies de la Virgen María rojas zanahorias; alos pies de Jesús, blancos nabos, y patatas y cebollas, coles y lechugas...En fin, si vivo muchos años en la Trapa voy a hacer del cielo una especie demercado de hortalizas, y cuando el Señor me llame y me diga basta depelar..., suelta la navaja y el mandil y ven a gozar de lo que has hecho...,cuando me vea en el cielo entre Dios y los Santos, y tanta legumbre...,Señor Jesús mío, no podré por menos de echarme a reír.

(1) Laboratorio: "Estará en cuanto sea posible, al lado de la cocina; en élse preparan las legumbres para las comidas. Habrá mucha limpieza y seobservará silencio, no hablando más que lo tocante al trabajo. Loshospederos no introducirán seglar alguno, mientras estén los religiosos."
(Libro de USOS, cap. VIII, n.° 304).

(2) "Imitación de Cristo", Libro II, cap. 12.