viernes, octubre 31, 2008

Vanidad de vanidades

Eclesiastés 1

2 «Vanidad de vanidades —dijo el Predicador—; vanidad de vanidades, todo es vanidad».
3 ¿Qué provecho obtiene el hombre de todo el trabajo con que se afana debajo del sol?
4 Generación va y generación viene, pero la tierra siempre permanece.
5 Sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
6 El viento sopla hacia el sur, luego gira hacia el norte; y girando sin cesar,
de nuevo vuelve el viento a sus giros.
7 Todos los ríos van al mar, pero el mar no se llena.
Al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
8 Todas las cosas son fatigosas, más de lo que el hombre puede expresar.
Nunca se sacia el ojo de ver ni el oído de oír.
9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será.
¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol.

Estos días, a partir de la hecatombe financiera Mundial uno se preocupa. Luego, uno mira la situación de la Argentina y se preocupa aún más, y se indigna ante la injusticia, el abuso, la falta de respeto por los demás, por la soberbia de nuestros gobernantes, por la mentira en que se manejan. Uno podría llegar a enfermarse si de detuviese allí. Ese es el objetivo del mal, en que uno se detenga allí. Ese sería por cierto el escenario del hombre sin Dios, El hombre en mano de los hombres.

Jeremías 17

5 Así ha dicho el Señor: «¡Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta del Señor!

Naturalmente los hombres ponemos nuestra confianza en lo que nuestras fuerzas puedan hacer, nos olvidamos de Dios, como no lo vemos actuar pretendemos tomar su lugar. Continúa Jeremías:

6 Será como la retama en el desierto, y no verá cuando llegue el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

Impresiona la sentencia donde dice que por confiar en su fuerza, no verá cuando llegue el bien. Se podría entender que no estará allí cuando llegue la acción de Dios, como también que estará tan ocupado luchando que no verá a Dios actuando…cualquiera de las dos posibilidades son negativas porque nos sumergen en la desesperanza. Si solo nuestro esfuerzo podrá lograr la solución…estamos solos en una gesta injusta y nos vamos ensombreciendo, nuestra preocupación e indignación nos aísla en una lucha desigual, porque nuestro enemigo no es de carne y hueso como afirma San Pablo.

7 »¡Bendito el hombre que confía en el Señor, cuya confianza está puesta en el Señor!,
8 porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces. No temerá cuando llegue el calor, sino que su hoja estará verde. En el año de sequía no se inquietará ni dejará de dar fruto.


Entonces, el problema vuelve al comienzo, a que todo es pasajero, a que solo son situaciones donde lo valioso reside en su efecto en el hombre y la respuesta que el hombre da, lo único no vano porque está asentado en Dios.
El hombre es invitado a ser parte de la cuerpo de Cristo, del Cuerpo de Dios, por lo tanto infinito, por lo tanto no es vano.

En un contexto de vida Eterna, todo el resto es vanidad, el querer adueñarse de las cosas es atrapar vientos, ya que sabemos el viento que es atrapado deja de ser viento y es solo aire, el viento solo puede ser libre, porque al detenerse se convierte en ilusión.
Lo mismo pasa con los elementos que queremos dominar.
En la vida terrena, la Esperanza es la que ocupa ese lugar, la de que aquellos hechos que nos quieren dominar no se hagan dueños de nuestra voluntad, de nuestros esfuerzos ni de nuestros sueños. La Esperanza lleva nuestro destino a las manos del Señor para que él permita o destruya lo que a él le plazca.
Volviendo a Jeremías, el énfasis está en Aquel en quién depositamos la confianza, en el hombre o en Dios, pero eso no quita que en cualquiera de los dos casos haya que luchar, solo que en caso de haber confiado en el Señor, la lucha es contra enemigos vanos, mientras que en el caso de depositarla en el hombre hacemos vana nuestra esperanza, y sin Esperanza nos hacemos vanos nosotros también.

em+

domingo, octubre 26, 2008



Vine a Traer Fuego

Evangelio según San Lucas 12,49-53.Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!

A Partir de un slogan que repartía impreso en una cajita de fósforos una organización abortista con motivo del arribo del Barco de la muerte a España, se me ocurrió que el Señor había elegido a ésta gente para profetizar, para hacernos entender a los Cristianos de cuál es el problema que vivimos en nuestra misión de ser testigos de Cristo en el Mundo.
La frase decía en el frente de una cajita de fósforos: La única Iglesia que ilumina es aquella que arde. En el reverso de había una imagen de una iglesia ardiendo y la incitación a ser parte con la palabra “colabore”.
Me impresionó la verdad de la frase y la necesidad del compromiso al que desde la gente que nos critica se nos hace a desempeñar nuestra misión. Cristo mismo, en el evangelio del día siguiente se sumó al reclamo a arder.
Para nosotros que estamos comprometidos a difundir el Reino de Dios entre los hombres, la Iglesia es el cuerpo de Cristo, al que estamos invitados a formar y dar forma, aportando nuestros denarios, o mejor, donando nuestro cuerpo mortal al cuerpo inmortal de Cristo. Ese cuerpo espiritual vive en el Amor de Dios, su cabeza es Cristo.

Elías respondió: Ardo de Celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los Israelitas han abandonado tu Alianza y derrumbado tus Altares, y a filo de la espada han matado a tus profetas. 1 Reyes 19; 10

La respuesta del Señor, es ese fuego que ardiendo en el corazón motiva y da fuerza a Elías.

San Mateo 5; 14:16
“Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa., Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.

Jeremías 20; 9
Si digo: “No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre”, entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos.
Trato de contenerla, pero no puedo.


A la crítica sobre la situación de rechazo del mundo a la prédica Cristiana, la misma se debe en gran parte a la falta de entusiasmo que el mensaje lleva, no por el mensaje en sí, sino que el que lo recibe no lo considera verdadero, porque los receptores no transmiten lo que el mensaje dice. No es creíble que el Reino de la vida eterna con Dios pueda producir tan poco entusiasmo, que no seamos llamas ardientes en al vivir una promesa semejante a la que estamos llamados. La Tibieza del anunciante desacredita el mensaje.
¿ Como puede alguien no vibrar y transmitir ese fuego que el mensaje posee si realmente lo cree, o lo vive??
No hay fuego en nuestro Corazón, y por tanto, al transmitir las palabras no transmitimos el contenido, al mismo Dios.
Como dicen nuestros detractores, nuestra Iglesia no arde, por tanto no ilumina.
Aunque pongamos la lámpara sobre la mesa, si no arde no iluminará a los que llegan a la casa.
En la noche del mundo solo brilla la luz, no pretendamos estar bien con Dios y con el mundo, porque el mundo no es luz ni la luz es mundo. Seamos Luz en el mundo, ardamos de amor por Cristo en el mundo…como desearía que ya estuviéramos ardiendo.
em+