jueves, noviembre 20, 2008

...es menester haya siempre qué quemar

Libro de la Vida
Santa Teresa de Jesús


Capítulo 30

20. Parece también como un fuego que es grande y, para que no se aplaque, es menester haya siempre qué quemar. Así son las almas que digo. Aunque fuese muy a su costa, querrían traer leña para que no cesase este fuego. Yo soy tal que aun con pajas que pudiese echar en él me contentaría, y así me acaece algunas y muchas veces; unas me río y otras me fatigo mucho. El movimiento interior me incita a que sirva en algo -de que no soy para más- en poner ramitos y flores a imágenes, en barrer, en poner un oratorio, en unas cositas tan bajas que me hacía confusión. Si hacía o hago algo de penitencia, todo poco y de manera que, a no tomar el Señor la voluntad, veía yo era sin ningún tomo, y yo misma burlaba de mí.
Pues no tienen poco trabajo a ánimas que da Dios por su bondad este fuego de amor suyo en abundancia, faltar fuerzas corporales para hacer algo por El. Es una pena bien grande. Porque, como le faltan fuerzas para echar alguna leña en este fuego y ella muere porque no se mate, paréceme que ella entre sí se consume y hace ceniza y se deshace en lágrimas y se quema; y es harto tormento, aunque es sabroso.
21. Alabe muy mucho al Señor el alma que ha llegado aquí y le da fuerzas corporales para hacer penitencia, o le dio letras y talentos y libertad para predicar y confesar y llegar almas a Dios. Que no sabe ni entiende el bien que tiene, si no ha pasado por gustar qué es no poder hacer nada en servicio del Señor, y recibir siempre mucho.
Sea bendito por todo y denle gloria los ángeles, amén.


El Señor es quién enciende el fuego en nuestro Corazón y es Él quién lo mantiene.
En nuestra pequeñez pretendemos hacer algo, y eso está bien, pero no somos nosotros ni nuestro esfuerzo lo que mantendrá la llama ardiendo, la llama que arde es la presencia de Dios en nuestro Corazón y está allí porque El nos ama y ha decidido hacernos caminar a su encuentro.
De todos modos, el Señor quiere que hagamos el esfuerzo y nos entreguemos a esa tarea para que así veamos nuestra impotencia, lo poco que es todo el esfuerzo del hombre y lo grande del regalo que nos da por Gracia, todo es Gracia, todo es Gratis, todo es Amor.
Nuestro esfuerzo es necesario pero no porque sea lo que mantendrá la llama encendida sino porque es la nada que El quiere de nosotros para entregarnos lo Todo.

em+

1 comentario:

Mk dijo...

Yo pienso que, mientras Dios nos da su gracia de sentirlo, de conocerlo, nosotros tenemos que elegirlo. CIerta y concientemente. Porque nadie sabe cuàndo, ni si quizás, Dios nos quite ese tesoro de Su Fe, de Su Luz, y apenas nos quedemos secos y retorcidos con lo único que pudimos darle: nuestra elección.

En las llanuras ardientes y despobladas, donde la arena son perdigones afilados por el viento y la soledad llega al horizonte, en esos parajes del alma que se retratan en la vida de Job, como él, apenas tenemos nuestra elección, sea cual fuere la que hallamos decidido.

No puedo ver su Gracia como algo gratuito, más bien la veo como un salvavidas, pieza clave en el camino de la Fe. La prueba está cuando esta se mueve, se ablanda, muta, se transforma o desaparece. Solo ahí podemos ver nuestro aporte. Dos o tres palabras cortas que, aunque nos duela y entristezca, es tal vez lo unico que podamos dar.